En una ocasión escuché de la boca de un jefe la siguiente frase dirigida a sus empleados: «Aquí no queremos capitanes, queremos soldados». Por suerte ya no trabajo en aquella compañía pero la sentencia ilustra bastante bien la filosofía y la nula cultura empresarial de buena parte de los dirigentes y «líderes» de empresas de este país.

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Las estructuras rancias, piramidales y anquilosadas siguen presentes todavía en demasiadas empresas que no son conscientes del poder real de sus empleados, de la importancia de darles voz y de que constituyan parte activa de las decisiones de la firma.  Se trata de empresas  tóxicas que anulan la más mínima iniciativa o posibilidad de participar, destacar y construir una identidad corporativa por parte de los trabajadores.

Que tu empleado se convierta en el máximo prescriptor  o embajador de tu marca y que se identifique con los valores, la filosofía y la esencia de la empresa debería ser el sueño de todo empresario o emprendedor. Para ello es fundamental potenciar una palabra de la que siempre hablo: COMUNICACIÓN. En este caso se trata de comunicación interna a todos los niveles. Con una política adecuada en este sentido los empleados se pueden sentir parte de la compañía, estarán al tanto de todas las decisiones y novedades que les puedan afectar y existirá un mensaje cohesionado y coherente para ofrecer al exterior y mejorar la imagen de la marca.

Sin duda, en la era 2.0 la comunicación interna de una organización no puede perder tampoco de vista el papel de las redes sociales. Cada empleado es un potencial embajador online que puede reforzar los hitos de su empresa a través de sus propias cuentas en medios sociales. Esta implicación debe comenzar por los altos directivos que a menudo se alejan de las redes sociales o ni siquiera tienen presencia en ellas y debe ser una opción libre y no forzada. A veces surge de forma natural, si el ambiente de trabajo es cómodo y si existe una sólida cultura corporativa. La clave es no caer en sectarismos para que la acción no sea contraproducente y que los mensajes de tus empleados sobre tu empresa no se vuelvan negativos.

Para evitar situaciones de conflicto como ésta existe otra palabra clave que es el EMPODERAMIENTO y que consiste en dar voz y fuerza a los empleados, integrarlos en el ciclo de gestión y decisiones de la empresa y promover equipos autónomos que participen activamente en la construcción de la cultura corporativa. En definitiva un verdadero ejército pero no sólo de soldados rasos si no de soldados con poder de decisión.

Ligado a este tema escuchamos en muchos foros desde hace un tiempo de otra palabreja importante: el INTRAEMPRENDEDOR. Se trata de aquella persona que forma parte de una empresa y que genera y propone iniciativas concretas dentro de la organización. El intraemprendedor puede convertirse en un verdadero líder y ejemplo para el resto de empleados porque trabaja en beneficio de la empresa, pone sus ideas a su servicio y está altamente comprometido.

Este perfil aporta además una ventaja clara, si eres intraemprendedor en tu propia empresa, es muy probable que si dejas de estar en ella y de disponer de esa infraestructura  en un futuro te conviertas en un emprendedor de éxito por tu cuenta. Lo harás porque ya tienes parte del camino andado, has aportado tus propios proyectos o servicios a la firma y no sólo tu conocimiento o experiencia y ése es un gran valor añadido. Así que un consejo; dejemos de ser soldados y destaquemos entra las filas de nuestro ejército laboral.

 

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